Mark Loughridge entró en IBM en 1977 como ingeniero de desarrollo, y se retirará el 31 de diciembre como chief financial officer, puesto en el que ha permanecido desde 2004. Formalmente, ningún reparo: Loughridge cumplirá los 60 antes de final de año, la edad habitual de jubilación de los altos directivos de la compañía. Si la regla se cumpliera a rajatabla, Martin Schroeder, el próximo CFO, de 49 años, tendría para rato. La oportunidad del cambio es lo que ha llamado la atención: IBM lleva seis trimestres consecutivos bajando sus ingresos, y en lugar de enderezar el rumbo ha cerrado con un descenso del 4% el tercero de 2013.
Por supuesto, el CFO no es responsable por ello, pero se le podría reprochar que la cotización de IBM haya bajado un 8% este año, a pesar del esfuerzo financiero de aprobar una dotación de 20.000 millones de dólares para la recompra de acciones con la finalidad de subir la ratio de beneficio por acción.
El contexto para juzgar su salida de escena es complejo: Loughridge ha sido copartícipe, junto con Sam Palmisano, CEO retirado el año pasado, de poner en marcha el plan 2015, en el que la compañía se ha comprometido a elevar ese año el beneficio por acción a 20 dólares (actualmente está en 16,90 dólares, teóricamente al ritmo previsto). Se daba por supuesto que, excepcionalmente, Loughridge se quedaría en IBM hasta completar el plan. Algunos analistas barruntan que el compromiso podría ser revisado pronto por Virginia Rometty, la sucesora de Palmisano. Si así fuera, ya que alguien tendrá que dar la cara, mejor que sea otro.
Especulaciones al margen, la situación de IBM es objetivamente delicada. De las tres grandes áreas de negocio, sólo el software ha cerrado el tercer trimestre con saldo positivo, aunque modesto (+1%), mientras los servicios bajaban un 3% y el hardware caía un 17%. En nueve meses de 2013, las ventas de hardware se han reducido en casi 800 millones de dólares. El mayor de los contratiempos procede de China: normalmente, IBM sólo desglosa las grandes regiones, pero esta vez Loughridge reconoció que en el mercado chino ha sufrido un colapso de demanda: 22% menos de facturación, con un batacazo del hardware (-40%), que representa el 40% de las ventas en ese país. Es una anomalía pasajera, según su diagnóstico, debida a que la política económica de las nuevas autoridades se está redefiniendo, lo que ha paralizado las decisiones de las empresas que compran productos de TI. Lo que le lleva a en una reanimación de la demanda a partir del primer trimestre de 2014 [¿significa esto que el cuarto trimestre de 2013 será más o menos igual que el de 2013?].
Va de suyo que el retiro de Loughridge no alterará la estabilidad de una corporación como IBM, pero no quita que sea una pérdida. Los redactores del Wall Street Journal lo han avalado como ´the best financial office` de Estados Unidos por la claridad de sus relaciones con la prensa, y cuando CNN Money elaboró la lista de su dream team de 2012, Loughridge ocupaba la plaza de CFO del equipo imaginario [en el que Jeff Bezos jugaba de CEO, por cierto].